Como editora de mesa, observo que muchos escritores y escritoras dedican poco tiempo al diseño y composición de los escenarios que sus personajes transitan: algo que repercute de forma negativa en la manera como el lector vive y experimenta la historia:

  • En primer lugar, porque si no le proporcionamos datos que le permitan visualizar los escenarios con detalle es probable que no pueda instalarse en la fantasía generada. Y si el lector no se siente parte de la narración, si no experimenta la sensación de que está ahí, junto a los personajes que protagonizan el relato, abandonará, probablemente, la lectura. 
  • En segundo lugar, porque, si no describes de modo suficiente los espacios donde suceden los acontecimientos, el lector no percibirá su singularidad. Y es de vital importancia que lo haga. Si nuestro protagonista entra en una habitación, esta tendrá un carácter personal, contará con elementos que la hagan única, porque si no lo hacemos así, el espacio perderá su función caracterizadora.
  • Cuando no proporcionamos suficiente descripción, el lector tiene la impresión de que los personajes actúan en una especie de burbuja, en un vacío. Y ello resta credibilidad y atractivo al relato.

A continuación, os proporcionaré cinco consejos que os permitirán mejorar la visibilidad de vuestros relatos:

I | Interaccionar con los objetos

Es importante que los personajes interactúen con los elementos que hemos ubicado en el escenario, tal como hacemos las personas en la vida cotidiana. Es algo que aporta dinamismo a la trama y que refuerza la credibilidad. Nuestro protagonista llega a su casa después de un duro día de trabajo, entra y se dirige directamente a la cocina. Deja las bolsas del supermercado sobre la mesa y se fija en el reloj de pared: las nueve y cuarto. Abre la nevera, suspira y la vuelve a cerrar. Está demasiado cansado como para preparar la cena. Se dirige al comedor, abre la ventana, coge una revista científica y se tumba en el sofá. 

II |Crear un espacio que el lector perciba como tridimensional

El lector tiene que experimentar el espacio en tres dimensiones. Para que esto sea posible, los personajes tienen que sentir que ocurren cosas, como indica Mateo Coronado, sobre sus cabezas, bajo sus pies, a su lado… Imaginemos a Matilda llegando a la estación justo cuando se desata la tormenta. Mira hacia el techo de uralita verde: la lluvia repiquetea con fuerza. ¿Resistirá la estructura? Camina lentamente hacia las taquillas; el pavimento de cemento pulido está resbaladizo y teme caerse, así que avanza sin perder de vista el suelo. De pronto, un joven la golpea con su maleta y desaparece sin pedirle disculpas. Se frota la pierna: un moratón y un agujero en las finas medias de seda. Una niña rubia se arrodilla a su lado y la mira con sus ojos azules sin dejar de lamer su piruleta: ¿Te has hecho daño? Ella la ignora. Un silbido potente y agudo le recuerda que está a punto de perder el tren. El gran reloj de la estación marca las nueve. Corre hacia la vía seis sin pasar por las taquillas. Está tan preocupada que no puede apreciar el olor cálido y dulce del chocolate caliente que ha invadido la estación. Su hermana pequeña ha enfermado de escarlatina y su madre la necesita para cuidar del resto de los niños y de la granja. No puede perder el tren.

III | Integrar los elementos simbólicos que faciliten la conexión emocional

Es interesante que en momentos clave del relato introduzcamos elementos simbólicos que permitan al lector interpretar lo que está a punto de ocurrir. Regresemos a la estación. Matilda entra en el vagón y se acomoda. Frente a ella, una mujer amamanta a su bebé. La locomotora arranca y, en ese momento, un enorme cuervo se estrella contra la ventana. Tras el impacto, la joven se echa a llorar.

IV | Describir aquellos elementos en los que el protagonista centra su mirada

Antes de desarrollar la escena tienes que diseñar el recorrido visual que realizará el personaje mientras permanezca sobre el escenario. Planificar el recorrido con antelación te ayudará a establecer los elementos con los que interaccionará y aquellos que destacará porque tienen, para él, una importancia especial, con lo que la acción que realice aportará información relevante al lector. Imagina a una anciana. Entra en el salón y coje una fotografía del aparador. En la fotografía aparece un hombre de porte elegante y mirada fría. Saca un pañuelo del bolsillo y frota el marco hasta que brilla. Suspira. Se dirige al sillón para sentarse, pero, antes, tras vacilar unos segundos, tira la fotografía a la papelera.

V | Establecer el punto de vista

Como te he indicado anteriormente, el lector observará el escenario con la mirada del personaje que lo contempla, así que tenemos que establecer el lugar exacto en el que el personaje se situará. A ese lugar, a ese espacio físico en el que el protagonista o el narrador se ubican para contar la historia lo denominamos punto de vista. El narrador puede contar la historia situándose junto a la puerta cerrada de una habitación. Desde este punto de vista no verá lo que ocurre, pero puede escuchar voces, ruidos, algunas frases… quizá no alcance a oír la conversación completa, pero sí detalles relevantes. Podemos entrar en la habitación. Si lo hacemos, veremos a dos personajes discutiendo junto a la chimenea. Escucharemos con dificultad lo que dicen porque hablan en susurros: desde este punto de vista obtendremos datos y detalles del escenario que no habríamos apreciado narrando desde fuera de la estancia. Sin embargo, perderemos intriga.

Ahora, podemos avanzar hacia la ventana y situarnos de espaldas a ella. Desde esta posición veremos que hay otra persona en el salón. Una viejecita que teje punto ensimismada en la actividad, ajena a la conversación que está teniendo lugar. 

Establecer a priori el punto de vista desde el que narraremos los acontecimientos resulta esencial, porque condicionará la visión que el lector obtendrá del escenario y de los personajes que lo habitan. La experiencia de lectura será distinta dependiendo del punto de vista seleccionado, así que piensa qué sensaciones quieres que el lector experimente durante la lectura antes de tomar una decisión.

Es importante que dediques tiempo y esfuerzo a la composición de espacios y ambientes. De ello depende, en buena medida, que el lector mantenga el interés durante toda la obra.

Ahora te toca practicar a ti…

Un estudiante de medicina entra en la morgue del hospital en el que trabaja: está a punto de recibir la impresión de su vida. Imagina la escena y describe el escenario situando en lugares estratégicos algunos elementos significativos. Escoge el punto de vista en que el narrador se situará para contar la historia.

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