Un buen escritor necesita dominar el lenguaje como herramienta de creación. Porque ninguna historia atrapará a los lectores si no está bien escrita. Consideramos, por este motivo, interesante, repasar algunos de los errores de redacción que acostumbramos a cometer con mayor frecuencia. Dedicaremos a ello algunos artículos durante los próximos meses.

¡Esperamos que os resulten útiles!

En el presente articulo trataremos un error muy común: la ambigüedad.

¡Vamos a ello!

 

# La ambigüedad

Consideramos un texto ambiguo cuando existen oraciones que pueden ser interpretadas de diferentes maneras, hecho que genera confusión y dificulta que el lector se instale en la fantasia generada. Esta confusión puede deberse a varias cuestiones:

  1.  mal uso de pronombres y tiempos verbales;
  2.  lo que dificulta la comprensión es el orden, la disposición de los elementos en la oración;
  3.  uso inadecuado del gerundio;
  4.  ambigüedad léxica y morfológica.

Veamos cada caso con mayor detalle.

Cuando el orden de los elementos no es adecuado…

Es importante situar los elementos de la oración en el orden adecuado, porque podemos encontrar, como escritores, que lo que se lee no es lo que realmente deseábamos expresar. Veamos un ejemplo:

El cadáver de la asistenta fue encontrado calcinado por sus compañeros.

En este caso, el texto se presta a confusión porque, tal como se han dispuesto los componentes de la oración, no sabemos si el cadáver calcinado de la asistenta fue hallado por sus compañeros o si fueron los compañeros quienes calcinaron el cadáver y posteriormente fue encontrado.

Es cierto que el contexto nos permitirá deducir qué es lo que realmente ocurrió, pero en ocasiones leemos deprisa y este tipo de errores nos obligará a detenernos y a releer, cosa que no conviene por lo que decíamos anteriormente: el lector no puede instalarse en la fantasia generada.

La escritura correcta de la frase sería: El cadáver calcinado de la asistenta fue encontrado por sus compañeros.

Mal uso de tiempos verbales y pronombres

Cuando empleamos de forma inadecuada los tiempos verbales podemos obtener como resultado oraciones ambiguas. Fijémonos en el siguiente ejemplo:

¡Creemos en la iglesia!

Tal como está escrita la oración, no sabemos si nos están proponiendo crear en la Iglesia, es decir, realizar una actividad creativa en un edificio, o creer en la Iglesia; es decir, realizar un acto de fe. En este último caso, la palabra Iglesia, además, debería escribirse en mayúscula, porque no nos estamos refiriendo al edificio sino a la institución.

También se genera ambigüedad cuando se utilizan los pronombres de forma inapropiada. Fijémonos en los ejemplos siguientes:

Marcos le dijo a Juana que había visto a su madre en la peluquería.

En este caso, la colocación inadecuada del pronombre su genera una situación ambigua, ya que, tal como se ha escrito la frase, no sabemos si se trata de la madre de Marcos o de la madre de Juana. Esta ambigüedad podría resolverse escribiendo la oración como sigue: «He visto a mi madre», le dijo Marcos a Juana.

Lo mismo ocurre con la siguiente oración: El Barcelona ganó al Madrid en su campo. En este caso, no sabemos si se trata del campo del Barcelona o del Madrid. Para resolver el conflicto podríamos escribir la oración así: El Barcelona, en su campo, ganó al Madrid.

Uso inadecuado del gerundio

El uso inadecuado del gerundio también puede generar confusión y ambiguedad. Veamos el siguiente ejemplo:

Vi a tu mujer comiendo.

En este caso, ignoramos si el sujeto vio a la mujer mientras comía o era la mujer quien estaba comiendo cuando la vio. Para evitar la ambigüedad, la frase podría escribirse así: Estaba comiendo cuando vi a tu mujer.

Ambigüedad léxica y morfológica

La ambigüedad léxica se produce cuando utilizamos términos que pueden interpretarse de formas distintas. Si bien es cierto que el contexto evita confusiones, es importante tenerlo en cuenta. Imaginemos el siguiente ejemplo:

Mi hermano, aquí, nunca ha pintado nada.

En este caso, no sabemos si la acción de pintar se refiere a la creación de una obra pictórica o si lo que el autor desea expresar es que el hermano, en esa situación concreta, en ese lugar, está de más.

La ambigüedad morfológica se produce cuando un verbo se puede interpretar de maneras distintas en un mismo contexto. Veamos un ejemplo:

Pilar rechaza a su hijo porque es cruel.

En este caso, la ambigüedad se produce porque no sabemos si es cruel, Pilar, al rechazar a su hijo, o lo que ocurre es que el rechazo que siente Pilar hacia su hijo se debe a que este es cruel.

Para conseguir un estilo depurado conviene trabajar estas cuestiones. Te recomendamos que intentes detectar este tipo de ambigüedades en un par de páginas de un relato que hayas escrito. Este ejercicio te permitirá tomar conciencia de la forma como escribes, algo fundamental para conseguir un estilo literario.

¡Esperamos que la información te haya resultado útil!

¡Seguimos aprendiendo!

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