Nuestros alumnos escriben
Claves para la composición de un buen diálogo
Hoy os presentamos un diálogo escrito por nuestra alumna Susanna Gracia Casanovas. Lo haremos comentando el trabajo que Susanna ha realizado paso a paso para que comprendáis cómo ha planteado el procedimiento.
El acierto en la composición de un buen diálogo depende de la forma como se planifique. Improvisar las conversaciones que mantienen nuestros personajes suele dar como fruto interacciones banales, pobres, carentes de intensidad y de significado.
Susanna asumió el reto de componer un diálogo entre dos embajadores que afrontan la resolución de un conflicto potencial, tras la detención de un barco pesquero en el estrecho de Gibraltar. Este tipo de conversaciones resultan especialmente complejas. A pesar de ello, Susanna ha reproducido el habla de los personajes de manera intensa, natural y verosímil. Hemos traducido literalmente el texto cuya versión original escribió en catalán. Analicemos, si os parece, el trabajo realizado.
El diálogo, como veréis, se establece con base en el principio de acción-reacción. La escena comienza en el momento en que el embajador español recibe al inglés. La incomodidad que ambos experimentan se palpa en el ambiente. Thomas Declan interviene en primer lugar. Lanza el guante para que Ros lo recoja e inicien la negociación. Y lo hace yendo al grano. Sin ceremonias. Directo a lo que realmente importa, aunque su tono es conciliador:
«El embajador español recibe, sin disimular su mal humor, al embajador inglés, Thomas Declan. Lo invita a sentarse en una butaca. Frente a ambos, una mesita baja los mantiene a cierta distancia.
—Es necesario que rebajemos la tensión que se ha producido en la zona del estrecho de Gibraltar —dice, Thomas, amable—. A nadie le interesa que este punto clave, comercial y económicamente, se convierta en una zona problemàtica…
Javier Ros, el embajador español, intenta responder con amabilidad. Esboza una sonrisa, pero el gesto resulta forzado:
—Sí, claro. A nadie le interesa que el estrecho se convierta en una zona en conflicto. —Javier desvía la mirada de la ventana a la mesita de centro, de la mesita de centro a la ventana. Deja pasar un segundo y fija la vista en Thomas Declan—. Pero es posible que nos encontremos en esta situación debido a ciertos episodios desafortunados que tuvieron lugar en el pasado…».
A continuación, Susanna planifica la reacción que Declan mostrará ante el comentario de Javier. El embajador inglés finje que ignora de qué le está hablando. Ros, en ese instante, reacciona y plantea una acusación directa, hecho que provoca un tenso silencio. Esta es la intención del diálogo que se establece para este momento de la conversación y Susanna lo plasma como sigue:
«La sonrisa del embajador inglés se apaga. Mira a su interlocutor por encima de la montura de las gafas:
—Ahora no estoy seguro de seguirle, ¿a qué episodios se refiere?
—Sabemos que han tomado prestada arena de la playa de Tarifa y que la están descargando en su país con el fin de ganar tierra al mar e incrementar la superficie del peñón…—Ros acusa a su contrincante con las facciones tensas.
Se hace un silencio frío en la habitación. Los dos diplomáticos sostienen la mirada durante algunos segundos, que se hacen demasiado largos».
A continuación, observamos la forma como Susanna sostiene la tensión durante el siguiente tramo de conversación. La intención que ella establece es la siguiente: el embajador inglés niega rotundamente el hecho de que se le acusa. De manera irónica pone en evidencia a su interlocutor haciéndole ver que la situación que se plantea no tiene sentido. Esto hace que el embajador español vacile, porque tampoco tiene pruebas que le permitan mantener la acusación.
Y así lo plasma Susanna en la conversación que mantienen los personajes:
«—¡Eso es totalmente falso! —Mr. Declan realiza una afirmación rotunda mientras se inclina levemente hacia delante—. Desconozco sus fuentes, pero le aseguro que la acusación es falsa.
El embajador inglés sonríe con sorna y continúa con su alegato.
—¿Cómo haríamos para sustraer tierra de su país?
El embajador español vacila.
—Pues, no lo sé. Pero el caso es que sabemos que lo hacen…».
En este momento, Susanna establece el punto álgido de la curva dramática del diálogo haciendo que sus personajes pasen del discurso amable a la amenaza. Veamos cómo lo resuelve:
«Mr. Declan lo interrumpe:
—Pues si no tienen pruebas, las hostilidades en la zona tendrán que cesar. —Se pasa la mano por el pelo pulcramente repeinado—. Señor Ros, los controles y detenciones que realiza la Guardia Civil tienen que acabar. Los tratados tienen que respetarse. Tienen que facilitar una circulación comercial fluida por el bien de todos. Y sobretodo… —El tono de su voz recuerda a un sermón—. No nos podemos permitir enturbiar las relaciones con terceros países, como Marruecos, que son un nido de movimientos radicales…
El embajador español endereza la espalda y, con una mirada inquisitorial, exclama:
—Señor Declan. No estará insinuando que estamos en alerta por atentado terrorista en el estrecho, ¿verdad?».
En este momento, Susanna prepara a sus personajes para el desenlace. Tras la tensión generada, la actitud de uno de sus actores permite rebajar la tensión. En la intención del diálogo se pone de manifiesto que el discurso del embajador inglés ha producido el efecto esperado. La reacción de Ros, atemorizado por la posibilidad de provocar un conflicto de mayores dimensiones, así lo indica:
«—Ni lo insinúo ni lo dejo de insinuar, pero está claro que conviene actuar con cautela. No nos interesa que la prensa internacional difunda bulos. En este sentido, nuestra actuación tiene que ser impecable, sobre todo, en determinados países —sentencia el embajador inglés.
Ros, convencido, asiente:
—Claro, claro… intentaremos solventar el incidente con el pesquero. Lo liberaremos hoy mismo. Llamaré personalmente a Otmani, el embajador de Marruecos, para disculparme».
Acto seguido, Susanna cierra el diálogo relajando la tensión, diluye la curva dramática e introduce un giro que proporciona un cierre verosímil y, en cierta manera, inesperado. De pronto, el embajador inglés se excusa argumentando que se le hace tarde. Los dos diplomáticos se despiden. Al salir de la sala, Mr. Declan recibe una llamada de su colega el embajador de Marruecos. En ese momento, la conversación concluye:
«Mr. Declan mira su reloj de pulsera.
—Tendrá que perdonarme, señor Ros, pero tenemos que dar por finalizada la reunión.
El embajador se levanta con aire solemne y prosigue:
—Tengo que hacer unas llamadas que no pueden esperar.
Ambos diplomáticos se despiden. Al salir de la estancia, Declan recibe una llamada.
—Todo ha salido bien —dice, mientras camina hacia su vehículo—. Ya le dije que la amenaza terrorista siempre es rentable. Sí, sí —prosigue—. Creo que por un tiempo evitaremos el control de la Guardia Civil en la zona fronteriza. Vosotros podréis pescar en paz y, a cambio, nos proveeréis de arena, tal como estipulamos».
Como véis, la creación de un diálogo verosímil resulta acertada cuando la intención en las distintas etapas de la conversación se establece de antemano. ¡Haced la prueba! Reescribid un diálogo que hayáis escrito anteriormente y comparad el resultado. El esfuerzo merece la pena, ¡ya lo veréis!
Versión original
L’ambaixador espanyol rep, sense dissimular el seu mal humor, a l’ambaixador anglès, Thomas Declan, i el fa seure en una butaca amb una tauleta baixa al davant que fa de separació entre les cames de tots dos.
Després de saludar-se breument i sense gaire cerimònia l’ambaixador anglès demana conciliador:
ꟷ Cal que rebaixem la tensió que s’ha produït en la zona de l’estret de Gibraltar ꟷdiu amb una veu que vol semblar amableꟷ. No ens interessa a ningú que aquest punt clau tant comercial com econòmicament es converteixi en una zona problemàtica
Javier Ros, l’ambaixador espanyol, fa un mig somriure intentant retornar l’amabilitat forçada:
ꟷ Sí, és clar, a cap de tots tres països ens interessa una zona en conflicte. ꟷpasseja la mirada de la finestra a la tauleta de centre, de la tauleta de centre a la finestra, deixa passar un segon, i en un últim salt planta la mirada damunt Thomas Declanꟷ. Però potser hi ha episodis anteriors que han provocat que ens trobem en aquesta situació.
L’ambaixador anglès apaga el somriure i mira per damunt la muntura de les ulleres el seu interlocutor:
ꟷ No sé segur si el segueixo ara, a quins episodis es refereix?
ꟷ Sabem que han estat manllevant sorra de la platja de Tarifa i la descarreguen al seu país en un intent de guanyar terra al mar i fer més gran la superfície del penyal ꟷacusa el Sr. Ros amb les faccions tenses.
Es fa un silenci fred a l’habitació, i els dos diplomàtics es sostenen la mirada durant uns segons massa llargs.
ꟷ Això és totalment fals ꟷafirma amb rotunditat Mr. Declan i avançant una mica la postura endavant afegeixꟷ. No sé quines són les seves fonts d’informació però li puc assegurar que aquesta acusació és falsa.ꟷ I torna a posar un somriure sorneguer d’orella a orellaꟷ. Com ens ho faríem nosaltres per sostraure terra del seu país?
ꟷ Doncs no ho sé ꟷvacil·la l’ambaixador espanyol.ꟷ Però sabem que aquesta situació s’està produint…
Mr. Declan l’interromp:
ꟷ Doncs si no en tenen proves hauran d’aturar les hostilitats a la zona.ꟷ I passant-se la mà pels cabells pulcrament repentinats continua.ꟷ Sr. Ros, la Guàrdia Civil ha de deixar de fer controls i detencions indiscriminades, respectar els tractats, i contribuir a que hi hagi una circulació comercial fluida pel bé de tots. I sobretot.ꟷ La seva veu agafa to de sermó.ꟷ No ens podem permetre enterbolir les relacions amb tercers països, sobretot amb països com Marroc que són caus de moviments radicals.
L’ambaixador espanyol fa un petit bot enrere i amb la mirada interrogant exclama:
ꟷ Mr. Declan! No estarà insinuant que haguem de patir estar en alerta terrorista a l’estret, oi?
ꟷ Ni insinuo ni deixo d’insinuar, però estar clar que ens calen relacions diplomàtiques i un ressò a la premsa internacional impecables, sobretot amb determinats països ꟷsentencia l’ambaixador anglès.
ꟷ És clar, és clar ꟷassenteix convençut el Sr. Ros.ꟷ Mirarem d’esmenar l’incident amb el vaixell pesquer, l’alliberarem avui mateix i faré una trucada personal al Sr. Otmani, ambaixador de Marroc, per disculpar-me.
Mr. Declan mira el seu rellotge i sobtadament diu:
ꟷ M’haurà de perdonar Sr. Ros, però hauré de finalitzar aquí la reunió, tinc assumptes urgents per atendre.ꟷ S’aixeca solemnement.ꟷ Haig de fer unes trucades que no poden esperar.
Els dos diplomàtics s’acomiaden i només sortir de l’habitació Mr. Declan rep una trucada.
ꟷ Tot ha sortit bé ꟷdiu mentre camina cap al seu vehicle.ꟷ Ja li vaig dir que l’amenaça terrorista és un assumpte molt rendible. Sí, sí ꟷprossegueix.ꟷ Crec que per un temps ens hem tret de sobre el control de la Guàrdia Civil en zona fronterera, vosaltres podreu pescar en pau i a canvi ens heu de proveir de sorra, tal com tenim acordat.
Un diálogo muy bien ejecutado, he estado atenta a las reacciones de los embajadores e interesada en el desenlace.
Magnífico texto. Me gustaria leer toda la novela que si no está escrita espero que la autora escriba algun día