No todos los autores consiguen desarrollar una voz propia. Es un reto al que todos los escritores nos enfrentamos cuando asumimos el desafío de convertirnos en novelistas. Y es que, todos los seres humanos tenemos una historia que contar. Muchos, tenemos las habilidades narrativas suficientes como para componer buenos relatos, pero solo los auténticos profesionales de la escritura cuentan con el dominio del lenguaje que se requiere para que un texto se convierta en arte.
Dominar el lenguaje como herramienta de creación requiere de tiempo, de estudio y de esfuerzo. Es imposible conseguirlo de la noche a la mañana y sin establecer un plan de trabajo, porque son muchos los aprendizajes que conviene realizar.
Es posible que te encuentres en un momento en el que sientas que necesitas mejorar tu estilo literario. Es probable que sientas que tus textos no te convencen, pero que no sepas exactamente por qué y qué tipo de actividades te conviene realizar para mejorarlos.
# Ante todo, orden…
Créeme. Puedes mejorar tu estilo literario en poco tiempo si trabajas de forma ordenada. Si sigues los consejos que voy a proporcionarte a continuación experimentarás una gran mejoría. ¡Ya lo verás!
# Toma conciencia de cómo escribes
Para mejorar tienes que ser consciente de la forma como escribes. Tienes que analizar tu escritura para definir los rasgos que conforman tu estilo. Solo así estarás en condiciones de avanzar. Escoge un texto y pregúntate:
- ¿Se lee con fluidez?
- ¿Es económico?
- ¿Has utilizado el vocabulario con precisión?
- ¿Has empleado demasiados adjetivos?
- ¿Las oraciones son escuetas o tiendes a la subordinación?
- ¿Eres consciente de la forma como puntúas?
- ¿Utilizas el gerundio de forma correcta?
- ¿Abusas de las perífrasis verbales?
- ¿Tiendes a escribir oraciones en su orden lógico? (Sujeto + verbo + predicado)
Cuando lo hayas hecho, cuando seas consciente de los aspectos que dominas y de aquello que necesitas mejorar estarás en condiciones de seguir aprendiendo.
# Usa un lenguaje natural
Un texto depurado se construye con base en el lenguaje natural y la naturalidad requiere de economía. Es posible que, sin darte cuenta, abuses de los adjetivos. Muchos escritores lo hacen cuando comienzan porque confunden el lenguaje artificioso con el estilo literario. Revisa tu texto y elimina todos aquellos adjetivos de los que puedas prescindir. ¡Hazlo con pasión y sin piedad! Este sencillo ejercicio te demostrará que ganar naturalidad no resulta complicado si controlamos su empleo.
# Continuidad y fluidez en la lectura
El abuso de adjetivos y modificadores compromete la fluidez, pero hay otros elementos que dificultan la continuidad y tienen que ver con la sintaxis, con la forma como articulamos las oraciones. Algunos autores piensan que alterando el orden lógico de la frase nos acercamos al estilo literario. Nada más lejos de la verdad. Analiza tu texto y pregúntate: ¿respetan las frases, en general, la estructura sujeto + verbo + predicado? Si no es así, reorganiza, recorta, reordena… en una palabra: simplifica.
Los errores de puntuación comprometen, también, la fluidez durante la lectura. No es fácil aprender a puntuar correctamente, pero resulta imprescindible que lo hagas. No abuses del punto y seguido. Controla la duración de los párrafos. Después, controla el uso de la coma. Dedica un tiempo al estudio de este signo de puntuación tan escurridizo.
Evitarás muchos errores si aprendes, en primer lugar, a utilizar la coma antes de las conjunciones y otros términos que introducen oraciones subordinadas, porque muchos errores los cometemos aquí: repasa el uso de la coma ante pero, sin embargo, aunque, cuando, si, que, por qué…
Hay una norma muy sencilla que puedes aprender ahora mismo: nunca pongas coma entre sujeto y predicado. Por ejemplo: Su madre, pinta realmente bien. Esto nunca debe hacerse.
Tampoco pondremos coma en una oración interrogativa precedida por la conjunción pero: A mí me lo explico mi padre, pero, ¿tú no lo sabías? Es un error muy común que podemos evitar con facilidad. ¡Recuérdalo!
# Rigor y precisión léxicos
Resulta imprescindible que utilices el vocabulario con rigor y precisión quirúrgicos. No te acercarás al estilo literario si no te esfuerzas en encontrar esa palabra que expresa exactamente el mensaje que deseas transmitir.
Fíjate en cómo utilizas los verbos: ¿reflejan con exactitud las acciones que los personajes realizan? No es lo mismo decir, por ejemplo, Aquel hombre mató a mi vecina, que Aquel hombre acuchilló a mi vecina. En este segundo caso, el verbo escogido refleja con mayor exactitud la acción que desarrolló el sujeto de la oración. El lector imaginará lo que ocurrió con mayor claridad.
¿Y los sustantivos? En ocasiones empleamos adjetivos cuando deberíamos esforzarnos en encontrar la palabra que define de forma inequívoca al sujeto que experimenta la acción del verbo. No es lo mismo decir La habitación olía a flores que La habitación olía a lavanda. A eso llamamos escribir desde todos los sentidos.
# El empleo de modificadores
El adjetivo califica al sustantivo, pero ¿qué palabras califican al adjetivo? Son los modificadores y, entre ellos, los más conocidos: los adverbios.
¿Has analizado la forma como utilizas los adverbios en tus textos? En ocasiones abusamos de ellos y obtenemos como resultado frases redundantes. Fíjate en la siguiente frase: En Alemania nos trataron muy respetuosamente. En este caso, el adverbio respetuosamente ya resulta lo suficientemente preciso: transmite la idea de que los sujetos de la oración fueron tratados con gran respeto. El adverbio muy resulta redundante.
Podemos estudiar otro ejemplo: Aquel martes fue muy tórrido. Al igual que en el caso anterior, el adjetivo tórrido trasmite la noción de un día tremendamente caluroso. El adverbio muy vuelve a resultar innecesario.
No abuses de los adverbios terminados en -mente. No dejes de utilizarlos, pero controla su empleo. En ocasiones es mejor sustituirlos por una expresión equivalente. En el párrafo anterior tienes un ejemplo: En lugar de decir En Alemania nos trataron respetuosamente, podemos escribir En Alemania nos trataron con gran respeto. ¡Acostúmbrate a jugar con el lenguaje para ganar sonoridad, cadencia…!
# Avanzamos hacia el lenguaje literario
Paso a paso. No podemos ni conviene aprenderlo todo a la vez. Cuando hayamos mejorado nuestra escritura estaremos en condiciones de avanzar hacia el estilo literario. Para ello, necesitamos atravesar el puente que separa el lenguaje concreto del lenguaje figurado. El primer paso: introducir metáforas y comparaciones en nuestros textos.
Pero de nada servirá si los recursos estilísticos que empleamos no contribuyen a permitir que el lector construya en su mente imágenes evocadoras. Trabaja tus comparaciones para que cumplan con su función: aportar al lector una experiencia estética durante la lectura.
Si has introducido una metáfora o una comparación y no te convence o no estás seguro de que transmita con fidelidad la imagen que tienes en mente, elimínala. Apuesta por la naturalidad y la sencillez hasta que consigas, exactamente, el efecto que deseas.
Ahora, agarra el boli.
¿Tienes el texto delante? ¡A trabajar!