#1
Un texto deviene mágico, indispensable, distinto, cuando se ha escrito a conciencia plena, con absoluta intención y la debida humildad.
#2
Cuando escribes tienes que sudar amargo. Si no lo haces, algo no va como debiera.
#3
Si no te sientes inspirado, a lo mejor es porque no has reescrito lo suficiente. Quizá no hayas prestado atención a la forma como florecen los lirios en primavera.
#4
Potencia tu ser sensible. Llora a mares, emociónate con cualquier cosa, juega con plastilina, bébete la biblio de tu barrio, ponte un bombín, toca las maracas, ríete por nada… Yo qué sé.
#5
Escribe, lee, escribe, escribe, escribe. Y cuando sientas que te ahogas en palabras, escribe todavía más.
#6
Tienes talento, no lo dudes. Yo creo en ti. Convertirte en escritor te resultará sencillo; solo hacen falta inyecciones de trabajo duro: de luna a luna y de sol a sol. Tienes que sudar ríos de tinta, llorar lágrimas de sangre y no abandonar el barco ni siquiera cuando se haya hundido. Eso, jamás.
#7
Sáltate todas las reglas, pero primero conócelas y practícalas. Aprende de tus mayores.
#8
Conserva todas tus libretas. Colecciona momentos, consejos, pensamientos, palabras mayores y menudencias. Nunca sabes cuándo saltará la chispa.
#9
Pregúntate cómo escribes, cuánto y por qué lo haces. Dale vueltas, marea la perdiz, sube a la noria, conócete como escritor.
#10
Un texto bien escrito no tiene por qué ser especialmente bello. El estilo literario solo sabe de textos densos, relevantes, envolventes, evocadores.
#11
La precisión léxica es la madre del cordero literario.
#12
Cuando escribas un texto, déjate llevar por la ilusión mientras redactas la versión primera. Durante la reescritura, revisa cada palabra como si te fuera la vida en ello. ¿Sientes que mueres? ¿No? Pues tómate un café y continúa escribiendo.