Así terminaba su artículo Autopublicación o fiebre Antonio Iturbe. Artículo que apareció publicado en La Vanguardia el pasado 27 de febrero en la sección Libroscopio. Os recomiendo que le echéis un vistazo, porque es realmente interesante y esclarecedor.
Esta semana queremos hablar de autopublicación, de las luces y de las sombras. De vez en cuando nos gusta revisar el tema porque el sector editorial está en proceso de cambio y la autopublicación, salvo hecatombe, como señala el escritor Xavier Alcalá citado por Iturbe en este artículo, se acabará convirtiendo en el modelo de publicación preferido por los autores para desarrollar una carrera literaria. A mí, particularmente, esto no me extraña, porque las ventajas que ofrecen las editoriales a los autores que publican mediante el modelo tradicional son escasas en términos monetarios (salvo excepciones) y se fundamentan sobre todo en la obtención de autoridad.
Sobre el papel, se nos dice que recurren a la autopublicación los autores que no tienen talento. Y es porque no tienen talento y no saben escribir por lo que sus obras son rechazadas por el sector editorial tradicional. Bueno, desde mi punto de vista esto es como decir que los profesionales independientes en cualquier disciplina no tienen suficiente talento y deciden establecerse por su cuenta porque han sido rechazados por el mercado laboral en su sector.
Esto es rotundamente falso, todos lo sabemos, ¿verdad? Emprender es un camino difícil y se necesita mucho talento y coraje para hacerlo. Pues con el oficio de escritor ocurre lo mismo. Es cierto que hoy en día cualquiera puede publicar un libro, pero esto no le convierte a uno en un buen escritor como tampoco puede convertirlo a uno en mal escritor el hecho de autopublicarse. El buen escritor lo es, sea cual sea el modo en que decida desarrollar su carrera literaria.
Pero vamos al meollo de la cuestión. En este artículo, Iturbe realiza una reflexión interesantísima, una paradoja. Parafraseando a este autor, hoy en día el escritor puede por fin liberarse del yugo de las editoriales. Por fin deja de depender de la estructura editorial y comercial, que se reparte la mayoría de los beneficios de su trabajo.
A las editoriales no les interesa en absoluto lo que está ocurriendo, porque muchos autores, buenos escritores, consiguen profesionalizarse y comerse toda la tarta. En un principio, esto no preocupó al sector, pero ahora sí lo hace y mucho. Los buenos escritores se autopublican con calidad editorial y se hacen con una parte importante del mercado y eso no es bueno para el sector tradicional, así que denostan el sistema porque temen que el control se les escape de las manos.
Y, eh aquí la paradoja, porque las editoriales tradiciones, como indica Iturbe (argumento que comparto), cada vez fichan más autores autopublicados en internet con lo que reconocen de forma tácita que se puede conseguir el éxito sin necesidad de editorial alguna. Esto indica que la mejor manera de desarrollar una carrera literaria mixta es revertir el proceso: primero autopublicarse y, después, presentarnos ante el sector.
Todos sabemos que la autopublicación tiene un punto flaco: en muchas ocasiones los libros que se publican se lanzan al mercado sin corregir, sin editar, así que la calidad del trabajo publicado es muy baja (en muchas ocasiones, lamentable), pero una persona que escribe un libro no es un escritor. Un escritor es una persona que domina el oficio y que mima sus productos, que son sus libros. Un escritor es una persona que actúa como un emprendedor: es consciente de que tiene realizar una inversión si no domina determinadas tareas, por tanto, asume el coste de la corrección de sus libros y, cada vez más, el coste de un editor independiente que lo asesora en el proceso de escritura y reescritura de su manuscrito.
Un escritor independiente asume que tiene que producir su obra con base en los estándares de edición, tiene que usar programas profesionales de maquetación para ello. Tiene que asumir el diseño de su imagen corporativa o encargarlo a profesionales que lo ayuden a hacerlo, una página web profesional y la gestión de sus redes. El márquetin digital es asequible y proporciona buenos resultados, así que la inversión a realizar, si uno desea realmente desarrollar una carrera profesional es moderada. Puede hacerse.
Las editoriales prefieren autores que se autopubliquen si lo hacen con calidad porque muestran y demuestran su talento y su talante. Antes decíamos: las editoriales apuestan por una obra, así que el autor solo tiene que escribirla (eso de ganar dinero con ello es para unos pocos). En estos tiempos los escritores tienen que hacer una reflexión: si no apuesto por mi propia obra, ¿por qué deberían hacerlo otras personas?
Si eres un escritor o escritora de verdad, si mimas tus libros y estás dispuesto a asumir ciertos costes para obtener un beneficio, si estás dispuesto o dispuesta a demostrar que dominas el oficio y que tu trabajo es de calidad, autopublícate, así conseguirás mostrar y demostrar tu talento ante el mundo y ante los profesionales del sector. Autopublícate y, si trabajas bien, no lo dudes, acabarás publicando, también, en el sector tradicional.
Ya es hora de que los autores autopublicados trabajen para eliminar el estigma: no todos los escritores que venden sus libros publican basura. Por su puesto que no. Hay muchísimo talento entre las bambalinas de Amazon. Solo hay que hacerlo visible. Vamos, ¡inténtalo!
Y, sobre todo, paciencia, que Zamora no se conquistó en una hora. Como indica Antonio Iturbe en su artículo, santa paciencia.
Me ha encantado este artículo. Ya era hora de que alguien se diese cuenta de que autopublicarse no te hace peor escritor, al igual que publicar por editorial no te convierte en un buen escritor.
Escribir es algo vocacional y dominar el oficio de escritor es una tarea difícil, pero no imposible. Solo hay que tener muchas ganas, encontrar a alguien que apueste por ti para enseñarte el oficio y querer aprender.
El camino es duro pero estoy segura de que algún día…tendrá su recompensa. Ese día será cuando uno mismo descubra que ha hecho bien el trabajo y, creedme estoy convencida de que se puede aprender el oficio.