# El punto de partida

Cuando escribimos un relato o una novela, la creación del personaje protagonista es uno de los retos más apasionantes que afrontarás. El trabajo que requiere es arduo y, normalmente, no le dedicamos el tiempo suficiente. Solemos crear una ficha donde dejamos constancia de algunos rasgos destacados, pero lo que hará que tu personaje transmita al lector ilusión de vida no consta en este tipo de documento.

Antonio Muñoz Molina no distingue entre personaje y persona; de hecho, afirma que un personaje es una persona. Para comenzar a diseñar a tu actor principal, lo dotaremos de un perfil biográfico tan completo como resulte posible. La biografía, la herencia, lo condiciona todo, incluso la apariencia, así que tenemos que partir de ahí.

Una vez hayamos construido su perfil biográfico, pensaremos en los rasgos esenciales de su carácter. Por ejemplo. Imaginemos que nuestra actriz principal es una mujer joven (Amalia), dulce en apariencia cuando se relaciona con sus amigos, y así es como la ven. Sin embargo, en su casa se muestra ante su marido y sus hijos arisca y malhumorada.

En su perfil biográfico encontraremos los motivos que justifican este cambio de conducta, pero, ahora, lo que nos interesa es prestar atención a sus acciones, a la manera como se concreta este comportamiento cuando el personaje sube al escenario.

# Personajes… ¡A escena!

Solo podemos comprobar que nuestro personaje es creíble cuando actúa en el contexto de la escena. Partiendo del ejemplo anterior, una vez que hayamos decidido que Amalia manifiesta dulzura y comprensión ante un público determinado y un comportamiento agresivo ante otro, crearemos algunas escenas para que ensaye estas conductas en espacios y tiempos específicos, ante personas concretas. Así, ella ensaya… ¡y tú también!

# Escoge cuatro rasgos esenciales de su carácter…

Te propongo, para que practiques, que selecciones cuatro rasgos esenciales del carácter de tu personaje protagonista. Se trata de que construyas las escenas que te propongo de manera que, en todas ellas, estos cuatro rasgos de su carácter se mantengan inalterables. Si en una escena presentas un nuevo dato sobre su apariencia, por ejemplo, un gesto, una particularidad en la voz, esos datos deberán también visualizarse cada vez que el personaje suba al escenario.

¿Lo ponemos a prueba?

¡Vamos a ello!

ESCENA 1

El protagonista discute con otro personaje sobre un tema de actualidad. El personaje le recrimina que antes no pensaba así, que, desde que se apuntó a… no lo reconoce. Ya no parece él mismo. El protagonista se enfrenta al personaje y reacciona de forma contundente.

ESCENA 2

Hábitos que tiene asumidos (cosas que no soporta hacer (o dejar de hacer) antes de acostarse). Crea una escena donde el personaje se prepare para acostarse.

ESCENA 3

Construye la escena: No sé quién soy —le confesó—. Lo que hago no me define.

ESCENA 4

El personaje es permeable a los estímulos del medio. Ante una situación novedosa (en el barrio, un hombre da una paliza a su hijo en la calle), actúa. Lo hace influenciado por…

ESCENA 5

Plantea hipótesis. Trabaja como voluntario en… Charla con un chico joven; le habla de sus metas, le cuenta lo que le causa rechazo, lo que lo enfurece, lo que le proporciona tranquilidad… Habla de lo que ocurriría si…

ESCENA 6

Reacciona ante los problemas. Crea una escena donde el personaje se encuentre ante un obstáculo y reaccione. Mientras el personaje actúa, el narrador deja caer cierta información, hace algunas observaciones… de este modo, el lector va recibiendo pistas sobre su carácter.

Recuerda: en cada escena, tu personaje debe manifestar coherencia.

Estas semanas, en el curso de narrativa presencial que realizamos en la escuela estamos diseñando un personaje multidimensional. Estas son algunas de las actividades que realizamos.

¡Espero que el ejercicio te resulte provechoso!

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